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Sueños rotos

20/02/2017 / Cubalex

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Es un día cualquiera de noviembre de 2016. Por costumbre los miembros de Cubalex visitan la sede, el vacío de sus oficinas es apenas aguantable, sus rostros no son los de antes, pero siguen unidos.

“Ha llegado una correspondencia”, anunció una asistente.  -Léela en voz alta-, exclamaron  todos. Es un caso nuevo,  este nombre no lo recuerdo, afirmó. -Pero empieza a leerla-, exclamó el investigador.

Okey, ya empiezo, -dice así- la Habana 16 de noviembre de 2016, estimada Laritza y equipo de Cubalex, hace poco les escribí, otro interno me dio su dirección. Hoy recibí la respuesta de ustedes en la que me explican del procedimiento  para poder ayudarme.

Y me sentí el prisionero más feliz del mundo. Yo he escrito a todas las instituciones del estado y nunca me han respondido. De corazón les digo, que ustedes me han devuelto las esperanzas y deseos de seguir viviendo.

La emoción era visible en la cara de todos, después de tantos días sin poder hacer su trabajo, aquella carta les llenaba el espacio y los cubría de emoción. Era la primera emoción agradable que sentían después de más de 90 días de angustia.

Un millón de gracias, -continúa leyendo- amores y bendiciones para todos ustedes, mil veces  gracias por la ayuda que pueden ofrecerme, no tendré como agradecerles. Me han devuelto las ganas de vivir. En ustedes, he encontrado a seres humanos diferentes.

Les enviaré todos los documentos que me piden, estoy cumpliendo por un delito que no cometí, cuando el verdadero culpable anda libre. Me acusan de hurto y sacrificio de ganado mayor, me condenaron a 12 años y les juro que soy inocente.

Pronto cumpliré 21 años, ustedes son mi mejor regalo, solo con responder mis cartas.  Pensaba colocarme en huelga de hambre, pero supe de la existencia de Cubalex y la ayuda que han dado  a muchos internos aquí. Que Dios los acompañe siempre y miles de bendiciones para ustedes. –concluyó-.

“Es apenas un niño”, expresó con tristeza la mayor del grupo. -¿De dónde es?- De Agüica, respondió el lector, mirando el sobre. “Tenemos que responderle”, -recomendó la psicóloga,  -aunque sea en una hoja blanca y a bolígrafo. Hay que explicarle lo que sucedió en nuestra sede el día 23 de septiembre. Tiene puesta sus esperanzas en nosotros.

-Yo tengo un sobre, y vi que dejaron los sellos el día del operativo-búscalos en mi gaveta-dijo la secretaria a la auxiliar. “-¿Quién le contesta?”- preguntó ésta. Yo,  -fue la respuesta que se escuchó a coro. -Eso será como echarle un cubo de agua fría- expresó la secretaria. Sera mejor que le conteste la psicóloga.

El silencio  la expresión era de angustia los cautivó. “Mándale el teléfono para que nos llame, aconsejó la Directora. Al menos podremos orientarlo. Guardemos la carta, para enseñársela al profe Julio en la próxima visita al penal. Por cierto ¿quién va a esta visita?” Yo, “respondió el investigador social. Tranquilos, que se la entrego.

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