El 20 de febrero se conmemora el Día Mundial de la Justicia Social, instaurado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2007. Esta celebración subraya el papel esencial de la justicia social en la construcción de sociedades equitativas y en la promoción del desarrollo sostenible y la paz a nivel global.

La noción de justicia social es profunda y se extiende a lo largo de la historia, encontrando sus raíces en la antigua Grecia. Platón, en sus diálogos, ya contemplaba la justicia como la virtud de asignar a cada quien lo que le corresponde. Esta idea se transformó durante la Edad Media en un principio de equidad ante la ley y se expandió durante el siglo XVIII con la Ilustración, que abogaba por la igualdad de derechos y oportunidades para todos. El siglo XX marcó un contexto importante, cuando la justicia social se erigió como pilar de los movimientos sociales y políticos, abogando por la igualdad de derechos entre géneros, razas, etnias y clases laborales.

La piedra angular de estos esfuerzos es la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ratificada en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Este documento proclama los derechos inalienables de cada persona, sin distinción de raza, etnia, género, religión o estatus social, y permanece como un recordatorio constante del camino que aún debemos recorrer hacia la igualdad y la justicia para todos.

¿Por qué es importante defender la justicia social? 

La justicia social comprende una amplia gama de derechos esenciales que incluyen, entre otros, el derecho a la vida, la libertad, la seguridad personal, el acceso a la educación y la asistencia sanitaria, oportunidades de empleo justas, vivienda adecuada y la capacidad de participar plenamente en la vida política. 

Para avanzar hacia una sociedad más justa, se deben priorizar acciones como:

– Asegurar la igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas, sin excepción.

– Combatir y erradicar la pobreza y la desigualdad en todas sus formas.

– Proteger los derechos humanos de cada individuo.

– Promover el desarrollo sostenible, asegurando que las necesidades del presente no comprometan la capacidad de las futuras generaciones.

– Fomentar la paz y la seguridad mundial, entendiendo que estos son requisitos indispensables para el progreso social y económico.

Al situar estos principios en el centro de las agendas políticas, internacionales y regionales, se establecen las bases para una sociedad en la que cada persona pueda vivir con dignidad y justicia. Por su parte, en Cuba, la realidad es desalentadora. La inseguridad y la precariedad laboral son problemas arraigados, y se observa una desigualdad social y económica profundamente marcada, exacerbada por una crisis política que repercute directamente en la protección de los derechos humanos esenciales. 

En un análisis realizado por Cubalex entre octubre de 2022 y septiembre de 2023, se destacan diez patrones recurrentes que evidencian la sistemática restricción de libertades fundamentales. Cotidianamente, los ciudadanos enfrentan obstáculos significativos para acceder a servicios básicos como la atención sanitaria, la alimentación y la vivienda digna, así como para obtener empleo justo y ejercer su derecho a una participación activa en la vida política del país. 

Contrariamente a la imagen de justicia social que el gobierno cubano intenta proyectar internacionalmente, la realidad en el país suscita serias preocupaciones y muestra escasas señales de mejora inminente. La prolongada crisis económica y las prácticas represivas del Estado, junto con un incremento en los niveles de violencia e inseguridad y un flujo constante de éxodo migratorio, debilitan aún más la sociedad. Estos factores indican un posible incremento en la inestabilidad social y un deterioro progresivo en las condiciones de vida de la población cubana. 

¿Qué podemos hacer ante este escenario? 

Frente a esta realidad desafiante, nos encontramos en una encrucijada que nos invita a la acción y al compromiso. Es imperativo educarnos acerca de la protección de los derechos humanos y los principios de la justicia social, para así comprender mejor la magnitud de su impacto en la sociedad. Participar activamente en iniciativas que fomenten la equidad y la justicia social es una forma de contribuir a la transformación que anhelamos. Brindar nuestro apoyo a organizaciones comprometidas con la defensa activa de los derechos humanos, también es una forma de reforzar el sentido de justicia que necesitan hoy las sociedades. Que este día nos impulse a renovar nuestro compromiso con la construcción de una sociedad más inclusiva y a tomar medidas concretas hacia el establecimiento de un verdadero Estado de derecho en Cuba, donde la justicia y la dignidad humana no tengan que ser defendidas.